Es
cierto que los amigos de toda la vida son para toda la vida.
Da
igual que incluso hayan podido pasar años sin verte, que están ahí.
Y
luego te reúnes, con una botellita de vino, para soltarte mejor, y acabes
contando cosas que no sabías que estaban ahí, escondidas, muy escondidas.
Tras
el corazón (no verde como la peli) dispuesto a salir.
Porque
quien está a tu lado, está para escuchar, para comprenderte, para quererte
incondicionalmente, como una madre, porque somos amigos de toda la vida.
Y
a estas alturas, nos conocemos tan bien, que perdonamos todo.
Es
increíble.
Pero
es así.
Una
norma no escrita.
Es
como un código enterrado hace mil años en las arenas, ilocalizable, pero está
ahí vigente aún hoy.
Y
es algo maravilloso.
(ying
yang este post y el anterior :) ) (Çe la vie) (hay de todo
en la viña del s….)
2 comentarios:
Totalmente, es genial. Me pasa con poca gente pero es lo mejor. Llamar a alguien como si estuviera ahí todos los días a pesar de no vernos, o dejar todo lo que hago porque recibo una llamada de socorro de alguien que quiero mucho y prácticamente no nos hace falta decirnos nada para entendernos y apoyarnos en cuanto nos vemos. Sin protocolos. Sin llamadas de compromiso. Sólo están ahí, en algún lado, para mi, siempre disponibles. Y yo para ellos igual. 24/7.
Besos
M
Gracias María por leerme y comentar. Se agradece.
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