lunes, 18 de junio de 2012

Volvamos a las parroquias que necesito verte reír



Las conversaciones estas semanas se repiten.
Sigo pensando que son rachas, fases, etapas que hay que pasar.
Cuando a uno le apetece hacer algo lo hace si no, no.
Estamos en una edad de tal independencia que no tenemos que dar explicaciones a nadie.
Porque no hay que darlas, por qué darlas. No hay porqués.
Si las das es porque quieres.
Pero realmente no te apetece.

Aunque el entorno se esté agrietando los cimientos aún aguantan.
Somos fuertes.
O eso nos creemos.
Pero a veces el creer, la fe, da una esperanza tan verde que te sientes con fuerzas para comerte los malos vientos y malas hierbas.
Bebértelas o fumártelas.
O mandarlas a tomar
Eso.

Los espacios en blanco y los silencios dicen más que toda cháchara incongruente.
También hay palabras que de huecas que son, pronunciadas te predicen nubes rosas pasajeras.

Si estás en un agujero sal a respirar.
Procura evitar el daño colateral, por otro lado inevitable a veces.
Si eres feliz, evita hacer daño.
Pocos caminos tienen un arcén tan ancho como para poder caminar juntos.

Si consigues sonreír, un poco, sonreír….
Calienta el corazón y echa a volar.