No miro los escalones cuando los subo o los bajo en el metro.
Las líneas amarillas me marean y me hacen trastabillar, un día me caeré, lo visualizo.
Cuento mentalmente uno, dos, uno, dos, concentrándome sin mirar.
No me gustan los guisantes porque nunca creí en los cuentos de princesas.
Jamás esperé un príncipe azul o verde agua.
Soy de las que salen a su encuentro, no espero en el castillo.