miércoles, 18 de agosto de 2010



Me gusta llegar tarde porque así puedo escuchar las campanas de no sé qué iglesia a las 9 de la mañana.
Es una bonita sensación.
Cada tañido trae aire fresco de recuerdos.
Y cada recuerdo agua corriendo por el río, una sonrisa del pasado que se convierte en un sentir tan placentero como lo era el zambullirte en la piscina despues de jugar en el césped.
O subirte a tu árbol preferido de noche, bajo las estrellas, con los ojos cerrados o mirando al cielo, deseando que tarden en encontrarte para disfrutar de las cosquillas del saberte escondida y que pueden tardar siglos en saber dónde estás y mientras soñar con mil aventuras en tu rama predilecta convertida en caballo del Llanero Solitario.
Me gusta cerrar los ojos cuando llegan las 9, esperar tumbada en la cama a que llegue la ansiada campanada y recordar.

Porque si recuerdas, todo permanece.
Y si permanece, existe.


1 comentario:

la duende dijo...

Esos recuerdos quedarán entre nosotros, sólo hay que sacarlos de vez en cuando para que no se evaporen, hay que compartirlos para volver no dejar que se escapen. Así que la próxima vez hablaremos de ellos. Qué sensanción el estar escondida en medio de la oscuridad, de los sonidos de aquel maravilloso lugar,de los reflejos de la luna en el agua y de las luciérnagas de la noche. Gracias por sacarme esos recuerdos que tan felismente compartimos.